Empresarios preocupados por las obras del Metrocable Picacho

Por: Javier Sánchez, Mesa Interbarrial de Desconectadxs.

María Yolanda Ordoñez viene de una familia de sombrereros, hace 40 años su padre fundó la fábrica Sombreros El Nylon en la ciudad de Cali, desde hace 30 años, esta misma fábrica funciona en el barrio La Paralela de la ciudad de Medellín. “Nosotros compramos la iraca, que es la materia prima de nuestro sombrero más vendido, El Aguadeño, en Génova, Nariño. Mi abuelo era cultivador de iraca, esto de los sombreros es una tradición en la familia.”

Esta fábrica distribuye sombreros a nivel nacional e internacional, “nosotros tenemos clientes en New York, en Méjico, Honduras y Guatemala”. Muchos comerciantes se encuentran preocupados por nuestra situación, Joel Ruiz, comerciante de la ciudad de Medellín, lleva trabajando con sombreros desde hace 35 años, el surtido de su negocio lo compra en Sombreros El Nylon. “A mí me preocupa que ya uno tenga que desplazarse a lugares menos accesibles para la compra, sin contar que seis meses sin sombreros me dejaría en la ruina.”

Hoy con las obras que se desarrollaran para la construcción del Metrocable Picacho, más de 70 trabajadores, empleados por Sombreros el Nylon, están en vilo porque María asegura, que pasar toda la fábrica para otro punto, la tendrá parada durante 6 meses y tardarían más de un año en recuperar la normalidad en la producción.

Jhon Alejandro Mazo es un habitante de La Paralela y trabajador de esta fábrica desde hace 22 años, que se siente preocupado por su vivienda y por su trabajo. “Ya uno no está tranquilo, las ofertas por las viviendas no satisfacen a muchos vecinos, es un ambiente de preocupación permanente, y ahora imagínese uno, sin vivienda y sin trabajo.”

Lo que más le preocupa en estos momento a María es que cuando el Isvimed visitó la fábrica por primera vez, le dijo que iban a tomarla por una vivienda, no como una unidad productiva. Y es que sorprende que la institucionalidad no haya observado, tal como se muestra en las fotografías que acompañan a este artículo, que en la propiedad lo que funciona es una fábrica. A las preocupaciones de María, se suma el hecho de que las medidas sobre su propiedad están erradas, pues, según ella, no tuvieron en cuenta el área de embalaje y el parqueadero, “el criterio con el que decidieron no tener estas áreas en cuenta, fue el mismo que declaró que la fábrica era un vivienda.”

No es el único negocio que se verá perjudicado por el traslado, pues ya se vieron afectados 4 empleados de la ferretería San Onofre, propiedad de Fabio Osorio, quien nos cuenta que las compensaciones que le están ofreciendo por la unidad productiva no pasan de 22 salarios mínimos, alrededor de uno 18 millones de pesos. Según Fabio, esta suma no logra cubrir las afectaciones de un negocio acreditado en la zona por más de 10 años, “el traslado me perjudica porque aquí hay facilidad para que los clientes carguen, tiene buena salida para todos lados y sobre todo que uno tiene su clientela, uno se va para otro lugar y empezar de cero, por lo menos uno necesitaría 50 millones para no caer en la quiebra.”

Tampoco se salvan los pequeños negocios informales, por ejemplo, Marina García saca un puesto de empanadas desde hace más de 20 años en el barrio. Ella afirma que con estas ventas consigue su alimentación. Las personas que pasan a su lado la saludan alegremente ,“uno es de aquí, aquí lo reconocen a uno todos los vecinos, a todos les he vendido al menos una empanada”, dice ella, mientras se ríe. Y es que a Marina no le tuvieron en cuenta su actividad productiva, por ser informal.

Esta situación se repite en varios negocios más, las inconformidades de los habitantes y empresarios de La Paralela no hacen eco en la administración municipal. Ninguna de sus contrapropuestas ha sido escuchada, ahora la interlocución está mediada por la premura de la alcaldía y el Metro por iniciar las obras, lo que pone entre la espada y la pared a los vecinos y empresarios del barrio La Paralela.

 

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