Volvió el genocidio

Laescombreracomuna13

Por La garganta poderosa

En el 2016, mientras levantábamos con esperanza las banderas de la paz, también se abrían en nosotros las heridas del Baile Rojo (genocidio político de la UP entre 1985 y 1994) y de cada uno de esos episodios sangrientos en los que las insurgencias bajaban las armas. También retornaban las preguntas que nos hicimos durante la negociación de los Acuerdos de Paz de La Habana: ¿Quién ocupará los territorios de las FARC-EP ahora que ya no están? ¿Cómo evitarán que el paramilitarismo se apropie de los mismos? ¿Cuándo llegará el Estado a hacer presencia? ¿De qué forma protegerán nuestras vidas?

Hoy tenemos una respuesta tan dolorosa como indignante: el llanto y los gritos desesperados del hijo de María del Pilar Hurtado quien golpea las tablas que funcionan como paredes de su casa, luego de que su madre fuera asesinada frente a sus ojos, en uno de los miles de territorios abandonados en nuestro país; 702 líderes sociales asesinados vilmente, como ella; 135 excombatientes que cambiaron las armas por cámaras fotográficas, lápices, palas y, en esa apuesta por la paz, fueron masacrados.

Nosotros sabemos que en Colombia hay dos tipos de paz: la que se pone en el papel, gana premios Nobel, capta recursos de cooperación internacional, llena los bolsillos de cuestionables "militantes de la paz" y endiosa a artistas de la pornomiseria como Doris Salcedo; y está la paz que se vive en los territorios donde matan líderes sociales cada dos días, entran multinacionales a robar nuestras riquezas y las comunidades son desplazadas de sus tierras.

Esta paz de papel es un crimen contra nuestra vida, dignidad, esperanza y sueños. Sucede ante los ojos apáticos e indiferentes del mundo entero, mientras Duque le miente a la comunidad internacional y afirma que está poniendo todo bajo control, cuando las cifras del desangre no paran de crecer. Este es un genocidio que se desarrolla con el silencio y la complicidad de quienes votaron este gobierno paramilitar.

Seguiremos luchando y defendiendo la paz con justicia social, la que construimos desde las bases, con la fuerza de nuestras convicciones y amor por la vida.

¡A la vida por fin daremos todo. A la muerte jamás daremos nada!

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