Y continúa la masiva desinformación

 La prensa, como en el siglo XIX en su plena masificación, sigue siendo el pan mañanero para millones de seres humanos en el mundo.

 

En Medellín particularmente, le dan a los demás periódicos el nombre del suyo, o sea, El Colombiano (dicen tanto los niños como los mayores: “¿tiene papel colombiano?” o, “¿me vende un Colombiano?”, sin importar que sea El Tiempo, El Espectador, o cualquier otro).

Ahora el Q'Hubo, que es prensa amarilla vomitada desde el mismo Colombiano, y el ADN, de la Casa Editorial El Tiempo, que es gratuito y se entrega en las afueras de las universidades y estaciones del metro, son los más masivos en la ciudad. Este último dedicado a noticias locales, nacionales e internacionales, pero desde un enfoque light que tratan de suavizar con las columnas de Gardeazábal y las caricaturas de Checho. El caso es que lo leemos a diario, de afán, y a veces vale la pena detenerse y analizar un poco. De esto se trata esta columna.

El Diario ADN del 3 de Mayo de 2007, página 8, reseña la efeméride de los 15 años de la tragedia en la iglesia de Bojayá, así: “se inició en la noche del lunes la conmemoración de la masacre que hace 15 años perpetraron las Farc y que dejó entre 79 y 119 muertos”. Y más adelante matiza: “lanzaron un explosivo contra la iglesia en la que se refugiaban los habitantes de la localidad”.

Primero, no especifica el número de muertos (“entre 79 y 119 muertos”), dejando espacio al tremendismo que deviene en especulación o mentira. Segundo, aseguran que fue una masacre como si las Farc le hubieran apuntado a la iglesia para matar a los civiles, a mansalva, al estilo paracos. A su conveniencia, de nuevo, como mil y una vez, los medios descontextualizan la noticia, demonizan desde el lenguaje, acusan sin pruebas, obvian lo importante y vigorizan lo sensacional. Los invito a leer una rigurosa tesis doctoral que analiza las diferencias del lenguaje mediático al referirse a los paramilitares y a la guerrilla, para ver que la guerra mediática de la burguesía no está en proceso de paz ni aspira a la construcción de la misma. Va una presentación de la tesis:

“La mayoría de los colombianos sólo hemos vivido el conflicto a través de los medios. Entonces es posible que esta percepción errada tenga algo que ver con la manera como los medios construyen el conflicto.

Para mi tesis doctoral, analicé más de 500 reportes de hechos violentos cometidos por guerrilleros y paramilitares entre 1998 y 2006. Escogí los cuatro periódicos principales del país: El Tiempo, El Colombiano, El País y El Heraldo. (El Espectador no fue escogido, ya que era un semanario durante gran parte del período escogido). Para seleccionar las noticias, utilicé la información de bases de datos para verificar la autoría del hecho. Por ejemplo, el infame caso del collar-bomba, tan utilizado en los memes de la campaña del NO, no fue incluido, ya que sus autores fueron delincuentes comunes. Seleccioné un porcentaje de eventos con mayor número de víctimas (e.g. El Salado, Bojayá, La Gabarra) y también crímenes representativos de las poblaciones vulnerables (periodistas, sindicalistas, líderes comunitarios, defensores de derechos humanos). Las noticias fueron divididas en dos períodos: 1 – 1998-2002 y 2 – 2002-2006 y por actor. Así entonces, el corpus (colección de textos) fue subdividido en G1, P1, G2 y P2, donde la inicial representa el actor (G para Guerrilla y P para paramilitares) y el número, el período.

Al comparar los datos, es evidente que la prensa recurre a estrategias lingüísticas para aminorar u ocultar la responsabilidad de los paramilitares en los hechos violentos y resaltar la de la guerrilla. Esta tendencia aumenta durante el período 2002 al 2006. Los datos que voy a presentar a continuación están basados en un estricto análisis cuantitativo y estadístico. Todos los resultados presentados son estadísticamente significativos, es decir que podemos decir por lo menos con un 95% de certeza que no son resultado del azar. En muchos casos la certeza estadística es de más del 99.99%

Una de las estrategias más obvias es evitar nombrar a los paramilitares en las noticias. Se recurre entonces a expresiones como ‘hombres armados', ‘encapuchados', ‘los asesinos', etc. Los reportes de la guerrilla, por el contrario, se caracterizan por la nominación específica de los participantes (e.g. guerrilleros del frente 37 de las Farc), y por la alta frecuencia con la que se mencionan a través del texto. Esta diferencia es especialmente notoria en los titulares.

Titulares de la guerrilla: “La guerrilla se tomó a Pueblo Bello”; “Farc mató a 5 en Cundinamarca”; “Farc asesinó a 5 en el Carmen de Bolívar”; “Guerrilla mató a ganadero”; “Farc mató a 4 en el Carmen de Bolívar”; “los matamos: Farc”.

Titulares de los paramilitares: “Asesinan a 7 en Guachetá”; “Matan a 17 en Meta”; “Matan a periodista en Medellín”; “Matan a 5 campesinos en Guajira”; “Asesinan a 6 campesinos”; “Matan a 8 campesinos en Córdoba”; “Matan a 8 en Becerril”. (https://www.las2orillas.co/de-por-que-odiamos-a-las-farc-y-no-tanto-a-los-paras/).

El caso es que esa tendencia advertida en la tesis no ha variado, muta porque el contexto es otro, pero aún con los hechos del pasado, la mantienen como queriendo eternizar lo que los teóricos del conflicto llaman la construcción del enemigo interno. Quieren que en las ciudades vean a la guerrilla como al demonio. Dice la autora de la tesis respecto a las noticias de la guerrilla: “Compilé una lista de más de 200 términos incluyendo por ejemplo ‘salvajes', ‘satánicos', ‘sangriento', ‘maldito'”.

Para Bojayá es mucho más insólito, cuando las mismas comunidades, si se trata de hablar de la verdad de los hechos y no solamente de restregar la llaga del dolor, saben contra su historia y la realidad de lo acaecido el 2 de Mayo. Domingo Chalá, quien tuvo que recoger los muertos de la Iglesia, cuenta, el mismo día que las Farc pidieron perdón en el territorio (6 de diciembre de 2015): “Yo no creo que haya una paz con hambre. Muchos van al acto ese de perdón pero saben que falta algo, y es que los paramilitares y los soldados también pidan perdón porque ellos tuvieron mucho que ver ahí”.

Y es que vale la pena recordar que el cilindro bomba en la iglesia fue lanzado contra los paramilitares que se refugiaron detrás de la misma: “se les decía desde la iglesia, donde la gente se refugió de la plomacera porque era una de las pocas construcciones en cemento donde la gente creía que iba a estar segura, les decían que se fueran, que estábamos en medio del fuego cruzado. Ellos seguían ahí y la guerrilla desde un morro dándoles bala. Los paramilitares entraron apoyados por el Ejército, hicieron una estación en el puesto militar de Vigía, con un arsenal para armar una guerra en el pueblo, donde se sabía que la guerrilla se movía. Ya habían matado un poconón en Riosucio, donde pararon después de entrar por Turbo”.

Esta versión dista, entonces, de decir que la guerrilla masacró a los civiles así no más. Sin matices, como le gusta a la prensa oficial. Ramplonamente, como orientan sus patrones de los grandes gremios económicos. Y fácil, o digerible, como le gusta al pueblo tan pero tan embobado por RCN, Caracol, El Colombiano y Álvaro Uribe Velez.

 

Por: Carlos Orlas

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