Bitácora de una indignación
Por:Oficina de Asuntos Estudiantiles de la Facultad de Derecho y Ciencia Política OFAE
Miércoles 7 de junio de 2017, 8:30 am aproximadamente, portería Barranquilla Universidad de Antioquia.
Con una mañana lluviosa de esas que es poquita pero constante, “moja bobos” como diría mi mamá, llego a la portería de mi Universidad, la Alma Máter de los antioqueños, la que me atrapó justo en el momento en que crucé aquella portería por primera vez.
Hoy después de 2 años de aquél amor a primera entrada, estaba cerrada, esa universidad, sí, la “pública”, la que está llena de vándalos, violadores, psicópatas, rumberos, venteros, drogadictos, y por qué no, de estudiantes, sí, porque hay que recalcar que aun, entre toda esa manada de “basura social” que los medios han resaltado, hay estudiantes que vienen a estudiar, y les sonará gracioso incluso por la redundancia, pero sí, vienen a eso, a estudiar, algunos quizá vendrán a estudiar y a “mamertiar” yo me incluyo en los segundos y tal vez por eso, escribo esto, porque me duele en lo que se está convirtiendo –o se convirtió- la Universidad y que quizá por la nostalgia adquirida de aquellos tiempos –que no me tocó vivir- me niego a creer que se nos ha convertido en lo que hoy se está imponiendo y que los estudiantes aceptan y apoyan sin entender el trasfondo de las medidas y decisiones tomadas desde el bloque 16 o desde el edificio de extensión, porque qué miedo entrar a esta “olla” en el término más peyorativo de la palabra, que se convirtió la universidad.
La mañana lluviosa hace pesada la caminada hasta la portería de Ferrocarril que tuvimos que hacer todas las personas que llegamos a Barranquilla y la encontramos cerrada. Junto a la indignación generada por encontrar la escena de más de 10 vigilantes al interior de la universidad con las rejas encadenadas y al otro lado, es decir al exterior de la portería, unos estudiantes venteros, que querían entrar con sus cosas para vender y que no podían, como si fueran los más temibles terroristas o los más temibles estudiantes venteros.
Como siempre las cosas pueden mejorar, al llegar a Ferrocarril mostrar mi TIP y continuar con el ingreso normal, una vigilante se dispone a requisarme, medida que desde el 5 junio se empezó a implementar con los estudiantes que ingresan a la universidad. Obviamente me niego a la requisa, los vigilantes no tienen las facultades legales para realizar esto, sigo derecho y acto seguido, la señora se interpone en mi camino, me abraza y exige que muestre mi bolso, al negarme reiteradamente ésta se altera, acude otro de los vigilantes que estaban ahí cerca, me pide que colabore, pero no interviene entre ella y yo, logro soltarme y camino ligero hacia mi facultad, no solo fuertemente indignada por la escena que me había tocado vivir, sino llena de rabia e impotencia al encontrarme con el autoritarismo de frente, dándome en la cara, diciéndome que está aquí en la universidad y que llegó para quedarse.
Al llegar a la facultad, no puedo dejar de pensar en las exageradas, ¡SÍ!, exageradas declaraciones del señor rector, si es que todavía se le puede llamar así, creería yo que es mucho renombre para una persona que no es capaz de reconocer sus competencias desde lo normativo, ordenándole a una empresa de seguridad PRIVADA que requise y exija el documento de identidad a las personas que ingresan a la universidad, cuando esto sólo lo puede realizar la fuerza pública, aclarando en este preciso momento, que no estoy avalando la entrada de la fuerza pública a la universidad, ni que en vez de vigilancia privada esté la policía, ni mucho menos, quería recordar nada más que solo estos tienen esa potestad, pero que parece que “aquél señor” se le olvidó. Lo dejaré así, “aquél señor” para referirnos al rector, porque me parece que llamarle de otra manera, es un insulto incluso hasta al mismo lenguaje de los insultos.
Retomando las exageradas declaraciones que “aquél señor” expresó en gran parte de los medios de comunicación regionales y nacionales, haciendo ver a la Universidad como un “nido de escoria social” que necesita urgentemente la intervención de aquella mano -¿su mano? poderosa y salvadora que controle, organice y devuelva la tan anhelada normalidad y tranquilidad que es característica de la universidad “plural, cultural, artística y académica” por excelencia, donde no se debata, no se critique, no se piense, sí, no se piense, porque nos quieren sentados, dóciles, callados, atendiendo el monólogo de un profesor, sin preguntar ni rebatir nada, para que después salgamos juiciosos cada uno para su casa y así toda la semana, todos los días, los 4 o 5 años de nuestra carrera universitaria.
Una Universidad donde no importe el compañero, el amigo, el que no tiene coca –o porta comidas-, el que no trajo pasaje, donde no importe el campesino, el obrero, la madre cabeza de familia, la vendedora de chicles o el vendedor de ropa en el centro, donde no importe nada, porque esta es la UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA, la gran burbuja académica, donde nada ni nadie duele, donde nada la toca, nada la mueve, ni su misma situación interna.
Esa es la universidad que quiere “aquél señor”, ese que da declaraciones en los medios primero que hablar con la comunidad universitaria, su comunidad, la que él representa, pero la que menos le importa. Por esto, duele la universidad cerrada 3 días con más de 100 policías requisando los casilleros de los estudiantes, duele que nosotros los estudiantes, nos enteráramos de esta medida primero por un periódico local que por un correo institucional, duele la universidad desfinanciada, sin más cobertura de “Bienestar Universitario”, duelen las decisiones tomadas a espaldas de todos, duelen los problemas internos, los de fondo, los que de verdad necesitan la intervención de aquella mano salvadora, pero mano que va con los estudiantes, con los profesores, con los trabajadores, CON LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA.
Duele que al lunes, después de un fin de semana de clausura, todas las porterías te reciban con más de 5 vigilantes exigiendo la TIP (tarjeta integrada personal) y la cédula y para acabar de ajustar “me colabora abriendo el bolso para una “requisa”, ¡SEÑORES! Esto es una UNIVERSIDAD PÚBLICA.
Por último, duelen ustedes, los estudiantes que no se indignan, que no preguntan, que no cuestionan las medidas, que tragan entero, que se quedan con una noticia de cualquier periódico, que no dan vuelta atrás por un momento y revisan la historia de la universidad, sus luchas, sus reivindicaciones, sus muertos. Duelen ustedes, y me excluyo porque a mí me importa, me preocupa, y quisiera que todos nos preocupáramos, nos indignáramos, nos moviéramos, nos organizáramos, hiciéramos respetar la universidad, NUESTRA UNIVERSIDAD.
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