Si la sociedad civil no exige la paz, los acuerdos se irán por la borda: “Lola Maldonado”
A 21 años de la firma de la paz en Guatemala, la experiencia del país centro americano deja enseñanzas que pueden aportarle a Colombia. Esto dijo a la Agencia de Prensa IPC la exguerrillera guatemalteca Alba Estella Maldonado, quien fuera conocida como la “comandante Lola”.
Luz Estella Maldonado es por estos días una de las invitadas al congreso internacional de ciencias sociales y humanas “Para no volver a la guerra. La historia de la paz y la paz en la historia”, que fue organizado por la fundación Avanza Colombia con apoyo de otras organizaciones sociales, universidades e instituciones de la ciudad.
“Lola Maldonado” hizo parte del movimiento revolucionario de su país y fue la primera mujer en ser secretaria de un partido político en esa nación, cuando asumió el cargo como secretaria general de la Unidad Revolucionaria Nacional de Guatemala, conformada por los cuatro grupos insurgentes que firmaron la paz con el Gobierno.
Con base en la experiencia vivida en su país, “Lola” asegura que el mayor riesgo que corren los acuerdos de paz en cualquier lugar del mundo, es que sean incumplidos por el Estado ante las presiones que ejercen fuerzas sociales, políticas, empresariales y militares que se oponen a la paz. La reflexión sin duda se convierte en una alerta para el caso colombiano.
¿Cuál puede ser el aporte de la experiencia de Guatemala al proceso de paz que está transitando Colombia?
Mire, el proceso de paz de Guatemala puede servir en el caso de Colombia tal vez para ver cuáles son los aspectos de fortaleza y de debilidad en la construcción de la paz.
Los acuerdos de Colombia son fuertes, tocan temas esenciales, temas nodales. En el caso de Guatemala es lo mismo, y la experiencia nuestra realmente, a 21 años de la firma de la paz, es un punto que me parece muy importante para Colombia y para cualquier proceso:
Si no hay una fuerza política, popular, si no hay una sociedad civil que desee defender los logros de unos acuerdos, estos se van simplemente por la borda porque no hay quien los defienda y los sostenga y los preserve y los desarrolle.
En el caso de Guatemala, cuando se construyeron los acuerdos en los años previos, sí había una concepción clara de que los acuerdos de paz, que tocaban aspectos de transformaciones importantes para construir una Guatemala con justicia social, debían constituirse en un legado para el movimiento popular, a quien correspondía desarrollarlos, luchar por su cumplimientos y aprovecharlos era precisamente a las organizaciones sociales, al movimiento popular y no tanto al movimiento guerrillero, que se constituyó en partido y que bueno, cae las lógicas de los partidos tradicionales. No solo tradicionales sino dentro de un sistema electoral y de partidos políticos que tienen realmente trampas terribles y que no se hizo para el ejercicio de la democracia.
Entonces a quien correspondería es al movimiento social, al movimiento popular, a la sociedad civil como se le llama ahora, hacerlos suyos, compenetrarse de ellos y utilizarlos como plataforma, como bandera de lucha.
¿Cuáles fueron los principales inconvenientes con la implementación de los acuerdos en el caso de Guatemala?
En el caso de Guatemala el gran escollo, que hace que podamos decir que a 21 años los acuerdos de paz han sido incumplidos, es cuando hay fuerzas dentro del Estado, dentro de la sociedad vale decir, grandes empresarios, ejército que no se ha transformado, todo un sistema político plagado de corrupción como los dos entes antes mencionados, que luego de llegar a la construcción de los acuerdos y la firma de la paz, simplemente incumplen cada uno de los compromisos de la paz. Y eso es tremendo porque:
La sociedad en general siempre tiene una expectativa con relación a los acuerdos porque eso es un proceso social y universal. Pero en la medida en que la paz no demuestra que iniciarse como proceso valió la pena, hace que la gente realmente caiga en un desencanto y en una indiferencia por el proceso, o sea, que no vale la pena defenderlo, no vale la pena luchar por él porque simplemente no existe. Y yo creo que esa diferencia, esa falta de voluntad de luchar por aquello que costó tanta sangre, es muy peligroso. Y en el caso de Guatemala así ha sido.
Entonces en Guatemala no se cumplieron los acuerdos, no hubo tampoco la fuerza social ni política para obligar a su cumplimiento y fueron decayendo. Y eso a pesar de que cuando se firmó la paz eran acuerdos de gobierno y luego se logró que fueran acuerdos de Estado, pero el hecho de que sean de Estado no significa que sean inmunes a esas fuerzas poderosas, en este caso reaccionarias porque están halando la historia para atrás, retrógradas, una oligarquía verdaderamente voraz, un ejército que no ha perdido su visión contrainsurgente y gobiernos realmente nefastos en el sentido de cumplir con los compromisos.
En su trabajo después del acuerdo usted ha hecho énfasis en el tema de la memoria histórica, ¿por qué y cuál es la importancia de este tema?
Mire, principalmente porque la lucha en Guatemala no es una lucha que ha iniciado el movimiento revolucionario y la guerrilla sino que tiene raíces muy antiguas, tiene movimientos que fueron la semilla para lo que posteriormente se desarrolló, como fueron por ejemplo las rebeliones indígenas que se dieron y la represión contra los pueblos indígenas. Eso hizo que al surgir el movimiento revolucionario hubiera un encuentro, se diera un encuentro de expectativas y de experiencias. Entonces el movimiento revolucionario guatemalteco se nutrió realmente de fuentes indígenas en una buena parte.
Pero además creemos que la juventud actual y la niñez deben conocer cuáles son las raíces, cuál es nuestra historia. En primer lugar para valorar toda esa raigambre que tiene el movimiento social, el movimiento revolucionario, el movimiento por la tierra, el movimiento por la identidad y derecho de los pueblos indígenas, que lo conozcan para que lo hagan suyo y sepan entender que hay que buscar todas las formas para que nunca más vuelva a ocurrir un proceso tan duro como fue el proceso de Guatemala.
Es realmente dedicado a la juventud, porque los que somos ya adultos, adultos en toda su gama de adultez pues más o menos conocimos nuestra historia, es una historia como la de Colombia: de tiranía, de regímenes militares, de latifundios, de señores feudales, etc., es una historia bastante común de toda América Latina.
¿Y desde ahí cómo se construye el tema de la verdad?
Mire, nosotros tuvimos una ventaja que es importante mencionarla y es que en Guatemala el primer acuerdo que se firmó es el acuerdo de derechos humanos, precisamente porque los derechos humanos, inclusive como concepto, como derecho universal, nunca se manejaron por vivir en dictaduras y porque el Estado se convirtió en un Estado para el cual la población en general era el enemigo. Era una sociedad tan polarizada como la de Colombia, o más o menos, pero con un Estado con esa característica de contrainsurgencia y de ubicar a la población en general como el enemigo número uno.
Y como hubo una gran represión en Guatemala: 250 mil muertos, un millón de desplazados internos, 45 mil desaparecidos, en un país que en ese tiempo tenía ocho millones de habitantes, en un conflicto también largo de 36 años, la condición del acuerdo es: bueno, firmemos el acuerdo sobre derechos humanos para poder seguir con el resto de acuerdos.
Entonces dentro de ese acuerdo de derechos humanos está la creación de la comisión de la verdad, que sí se estableció y sí cumplió con el mandato de realmente registrar los hechos dolorosos de violaciones a los derechos humanos cometidos durante las tres décadas de conflicto.
Entonces eso es muy importante porque se logró ese registro, que fue por parte de Naciones Unidas con la gente independiente, que fue registrando por medio de entrevistas y por medio de una serie de revisión documental, los hechos ocurridos en Guatemala durante el conflicto, en donde se establece justamente que el ejército es el responsable en un 93% de la violación a los derechos humanos.
Hay también una ventaja en el proceso de Guatemala y es el hallazgo del archivo de la policía, ¿cierto?
Claro, justamente el día de hoy (23 de abril), hay una lista pública me parece sobre el caso de un jovencito que fue asesinado por el ejército. Pertenecía a una familia que tenía involucramiento en el proceso revolucionario. Una de las hermanas de ese jovencito fue capturada, violada y torturada, pero logró escapar. Entonces fueron a la casa y agarraron a este muchachito que creo que tenía 14 años, de apellido Molina Theissen. Ese es uno de los casos en los cuales está colaborando el archivo de la policía Nacional.
Ese es un archivo muy importante porque se establece claramente, por medio de todo lo que se ha registrado, que el ejército era el ente que dirigía toda la actividad de la Policía Nacional. Ahí había unas instancias supra, organismos de todo tipo, y en ese caso era el ejército con su sistema de inteligencia y su sistema propiamente militar y su sistema de coordinación con otras fuerzas como la policía judicial. Eso ha logrado que existan las pruebas ya completas de la cadena de mando y del papel del ejército en toda la represión que hubo.
Déjame decirte que ese archivo de la Policía Nacional, que son 80 millones de folios que se encontraron y se encontraron por casualidad, han querido neutralizarlo por medio de diferentes formas y por medio de presupuestos, por medio de quitarles asignaciones, por medio de pasarlo de una dependencia o a otra, y tiene sus riesgos de que nos lo logren quitar porque realmente trabajan en función de eso: de la verdad; y para que se pueda indagar sobre la gente que tiene deudos, los que no aparecen o de los que no se sabe, porque son registros abiertos, todo mundo tiene acceso para poder averiguar sobre su familia desaparecida.