Perú y sus perspectivas políticas

manifestaciones perú amaPor Julián Granda 

Una entrevista con Santos Saavedra Calderón, dirigente de la Central Unitaria Nacional de Rondas Campesinas.

¿Qué le falta al pueblo peruano para lograr que la apuesta, y con esto la identidad que ha logrado, a partir de la idea de que se vayan todos, se concrete? ¿Qué falta para que se logre cerrar el congreso y convocar a la Asamblea Constituyente, así como la libertad de Castillo?

En conversación con Santos Saavedra Calderon, quién preside la Central Única Nacional de Rondas Campesinas, una de las organizaciones de amplia trayectoria política del país, en especial dentro de los sectores rurales de la sierra y la costa en el sur y oriente, y quienes entre otras cosas han sido una de las fuentes de soporte social del presidente Castillo, se encuentra un objetivo por lograr y es concentrar el poder en Lima, lo cual implica que la provincia se tome la capital.

El razonamiento se apuntala en distintos argumentos, según se pudo interpretar. Por un lado, en un fenómeno que describe el hecho según el cual las gentes de abajo y quiénes podrían apoyar las consignas están divididas socialmente.

Así se describe un sector de trabajo concentrado en la informalidad que vincula a gran parte de la fuerza laboral municipal, cuyo objetivo estructurante socialmente corresponde con la irrestricta resolución del pan de cada día, por lo que se colige, su alternativa de lucha es obtener soles para conseguir bienes básicos que les permitan seguir viviendo.

A este sector popular se le suma otro, vinculado a los servicios y por lo tanto atado a la clase social blanca del sur de la capital; es formal en su mayoría y está relacionado en gran medida con la oferta del turismo, el comercio, las finanzas y la producción: trabaja en los distritos de Jesús María, Miraflores, San Isidro, Barranco; participan en la distribución de recursos a través del acceso simbólico, relacional y monetario (parecía entenderse que, los extranjeros, principales objetos de captación de capital, juegan roles centrífugos y apaciguadores).

Pero la clave que podría modificar esto es, de acuerdo al pensamiento de la organización, el arribo de la provincia a la capital, ya que se haría presente una herida y por lo tanto la imperiosa necesidad de alivio. El pueblo carga con la discriminación y la humillación colonial, que a pesar de los años, permanecen intactos y en el actual periodo político, con la presidencia de un campesino y profesor no ha hecho sino incrementarse.

Por lo tanto, lograr que se desaten esas fuerzas y se unan en la capital, podría dar claves de respuestas al interrogante sobre las perspectivas de futuro del Perú. La vinculación de la lucha con el consecuente apoyo de las provincias balancearía la relación de fuerzas y por lo tanto, generaría otra condición para la realización de la anhelada unidad; además, la fuerza de todo el país estaría en el escenario político más propicio bajo una consigna.

No obstante, el raciocinio práctico que se encuentra en la conversación, entiende que existen desafíos problemáticos. Por un lado, la atomización de lo que puede nombrarse como el campo popular, dividido en la enorme diversidad, luego entonces aún pendiente de una fuerza centrípeta que lo una a partir del sentido estratégico del actual momento, recuperar la iniciativa política para los de abajo; esquilmada por la derecha.

Además, son conscientes de tácticas que han privilegiado la provincia y se han concentrado en el bloqueo de vías y concentraciones en parques públicos principales, que para el 17 de diciembre contaba con el sur, el centro, la sierra y el norte del país. Es decir, la toma de la capital aún no es una conclusión general y, por lo tanto, se percibe que, lo que podrá ocurrir de ahora en adelante podrá ser el cansancio natural o una vuelta de mano que produzca cambios cualitativos, que ante una coyuntura de revuelta bajo la cual está el Perú podría ocurrir muy rápido.

La lectura política de la organización ciertamente resulta llamativa y con el esfuerzo de su voluntad, se aprecia, lo intentan hacer realidad. Establecer la veracidad de la hipótesis no se puede, ni se logra determinar su grado de equivocación o certeza. Pero se alberga una comprobación, en las luchas campesinas, por ejemplo, la capital no ha sido tomada por la provincia.

Ni Hugo Blanco, ni las rondas ni demás movimientos lo lograron con gran parte de sus bases ¿Es el tiempo ahora? Tendremos que estar expectantes ante estos desenlaces.

De todos modos, en el Perú, por supuesto más rápido porque estos eventos aceleran los tiempos, y en la América Latina, es claro que se siguen creando condiciones de aprendizaje rapidísimos en los sectores plebeyos que en los próximos años podrían establecer si el límite del Estado nacional podrá ponerse en cuestión y lograr que emerja el Estado supra regional, de abajo, colectivo y vinculado con el agua, la vida y la justicia social.

Así, frente a la pregunta inicial, también tendría que agregarse que una dosis de incertidumbre, que contemple la emergencia de golpes de derecha y de izquierda por igual contribuyen en los tiempos de cambio, aunque los primeros son tremendamente dolorosos y se están dando desde la obtención relativa del poder del ejecutivo nacional.

Ahora bien, es claro, las gentes de abajo en el Perú se han hecho conscientes que el presente es de ellos y el futuro de todos. Libertad para Pedro; y, Abya Yala cómo país, canta la Cunarc.