Ética del cuidado en Colombia: todo por hacer. Entrevista a Pascale Molinier

Por Angencia de prensa IPC

El asunto del cuidado “es un problema político que está escondido en la naturaleza de las mujeres y en la trivialización del espacio privado”. 

De esa forma lo planteó Pascale Molinier, docente en psicología social en la Universidad Paris 13 Villetaneuse, durante la cátedra abierta Hernán Henao Delgado, realizada el 1 de septiembre en el Museo Universitario de la Universidad de Antioquia, bajo la temática "La perspectiva del cuidado, de la ética a lo político".

En este campo en Colombia falta todo por hacer, argumentó Molinier, pese relativos avances en asuntos como la generación legislativa de garantías laborales para las empleadas domésticas, y a las luchas que han dado en ese sentido las madres comunitarias del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

Pascale Molinier ha desarrollado sus investigaciones en el campo del trabajo industrial y, más recientemente, en el trabajo del cuidado que se realiza en distintos ámbitos, como el hospitalario y el doméstico . 

La cátedra abierta sobre la ética y el trabajo del cuidado, fue organizada por el Instituto de Estudios Regionales (Iner), el Instituto de Estudios Políticos, la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, la Dirección de Relaciones Internacionales y la Vicerrectoría de Extensión de la Universidad de Antioquia. Previo al evento, Molinier concedió una rueda de prensa en la que respondió las siguientes preguntas.

¿Cómo sería ese tránsito de lo ético a lo político en el campo del cuidado?

Yo creo que la transición se hizo a partir del momento en que salimos de la idea de que el cuidado es solamente en la ética, para pensarlo como un trabajo. Y si es un trabajo, ¿quién lo hace? En casi todas las culturas y sociedades son las mujeres las que hacen este trabajo. Y en las sociedades urbanas, desarrolladas, son mujeres migrantes, bien sea migración del interior de un país como Colombia o migración entre países del sur global hasta el norte global por ejemplo.

De tal manera que dar una visibilidad a todas estas actividades hechas por mujeres invisibles y que no tiene el estatuto para la mayoría de ellas —por lo menos en Europa que no tienen el estatuto de ciudadana—, eso es un acto político.

¿El trabajo del cuidado se ha desarrollado más con las mujeres?

Bueno, no solamente el cuidado es vinculado con las mujeres pero está visto como no trabajo, es amor, es no sé, disponibilidad femenina, pero no se piensa como un trabajo. Entonces, pensarlo como un trabajo que necesita competencia, que necesita esfuerzos, y no solamente amor y sacrificio, a veces eso es político también.

¿Qué avances ha habido en este campo y qué límites hay todavía?

En el sentido que las investigaciones sobre el cuidado son investigaciones internacionales, entonces hay muchos intercambios entre Asia, Europa, Américas, del norte al sur, y entre las o los avances importantes hay lo que se ha hecho a nivel del Uruguay, por ejemplo, donde el cuidado hace parte de la nueva constitución; es una necesidad y un derecho al mismo nivel que salud o educación, y con esta idea, que no es una necesidad, hay que cuidar a la persona, a las personas dependientes, a las personas que necesitan cuidado, pero también hay que cuidar al nivel estatal, al nivel social, al nivel político, a las cuidadoras también, entonces en términos de condiciones de trabajo, en términos de derecho a condiciones de trabajo decentes, no es el caso en todos los países.

Se nota que hay esfuerzos en algunos países, claro que es más fácil hacerlo en un país pequeño como el Uruguay o al nivel de una ciudad. Al nivel de una ciudad se pueden desarrollar, creo yo, políticas públicas que toman en cuenta estas necesidades sin que el cuidado se transforme en una neo-domesticidad como ocurre desafortunadamente en muchos casos.

Has mirado el caso Colombiano, un poco cómo está el contexto en Colombia?

En Colombia todo está por hacer, [risas]. Las madres comunitarias por ejemplo que ellas tienen una visibilidad porque ellas su lucha es muy fuerte, antigua, pero en el mismo tiempo que tienen una visibilidad, sabemos que no han logrado obtener lo que ellas merecen. Entonces bueno, hay muchos esfuerzos colectivos que se deben hacer en Colombia y en otros países también.

¿Por dónde habría que empezar? ¿Cuál sería esa ruta en Colombia?

Es una pregunta muy compleja, yo no puedo responder por las trabajadoras, yo creo que por ejemplo, en el caso del empleo doméstico, hay una falta de sindicato, no es sencillo pero las trabajadoras deben organizarse entre ellas porque muchas cosas no se pueden arreglar en la relación entre los patrones y las empleadas, porque eso es en el ámbito que llamamos la dominación cercana, o sea, una forma de dominación y de explotación adentro de la entidad, de los patrones. Donde hay muchos movimientos afectivos y relaciones y ambigüedades en las relaciones, no hay buen nivel para arreglar las cosas, y es el papel de las trabajadoras pensar eso.

Pero creo que también la academia puede ayudar, por su investigación, a dar una visibilidad al problema, que es un problema político que está escondido en la naturaleza de las mujeres y en la trivialización del espacio privado. 

Ahora bien. La afirmación de que aquello que está en el espacio privado no hace parte de las preguntas o de los asuntos políticos es totalmente falsa, y creo que es muy importante tomar conciencia de que hay hilos políticos que pasan por el pos conflicto, por lo que sabemos de la paz, que es súper importante, pero también que hay un hilo mucho más subterráneo que pasa y que es muy político en el mismo tiempo, que pasa en las relaciones de cuidado, que son las relaciones de clase, de género, cuando son asalariadas o no,. Pero sobre todo con las asalariadas, hay una relación de clase, de raza y de género, porque no son todas las mujeres que hacen este tipo de trabajo, son las mujeres que hacen parte  de las clases para decirlo rápidamente, subalternas.

En Colombia la salud vive una crisis permanente, ¿cómo explicar esto?

Todos los países viven en una crisis permanente, eso producto del neoliberalismo que está hecho para dar el sentimiento de que hay una crisis permanente y de que todavía debemos actuar para arreglar las cosas en tiempo de crisis. Pero la crisis que dura 50 años no es una crisis.

Desde la ética del cuidado, ¿cómo explicamos que la salud viva en esa constante crisis? ¿Qué ha pasado, qué ha fallado ahí?

Bueno, es una crisis pero son transformaciones sociales. Desde este punto de vista es mucho más sencillo a partir de países como Japón, como Francia, como los Estados Unidos; hay un crecimiento del empleo femenino, hay muchas mujeres de la clase media que trabajan en el mercado laboral, entonces necesitan que se comparta el trabajo del cuidado de los niños y de los ancianos. De uno u otro lado hay un crecimiento de la población dependiente y de los ancianos, entonces hay más necesidades. En Japón y en Francia, por ejemplo, el asunto geriátrico, de la organización para los cuidados de los ancianos es algo súper importante porque las necesidades son importantísimas, y ¿quién va a pagar? ¿Quién lo va a hacer?

¿Cuál es la proyección actual de la ética del cuidado?

Yo creo que es otra manera de pensar la relación con la naturaleza, sobre todo de pensarla en términos de relaciones, de pensar que hay una interconexión entre los seres humanos y su entorno ecológico y que tenemos la responsabilidad de cuidar este entorno también y de luchar para defender su integralidad a veces. Por ejemplo, hay mujeres que luchan contra la minería en territorios específicos, esta lucha es de cuidar pero también de defender estos territorios.

1 Universidad Nacional. (Febrero de 2016). El Trabajo de Cuidado y la Subalternidad. Pascale Molinier. Cátedra Inaugural Posgrados en Estudios de Género, Colombia, p. 6, recuperado de: https://hal-univ-paris13.archives-ouvertes.fr/hal-01075702/document

Visitas: 2517